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    Dictadura y Medios: Colaboracionistas

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    Mensaje por GABY Dom Mar 25, 2012 7:23 pm

    Dictadura y Medios: Colaboracionistas 01Dictadura y Medios: Colaboracionistas 02Dictadura y Medios: Colaboracionistas 07Dictadura y Medios: Colaboracionistas 08Dictadura y Medios: Colaboracionistas 09Dictadura y Medios: Colaboracionistas 10
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    Dictadura y Medios: Colaboracionistas Empty Re: Dictadura y Medios: Colaboracionistas

    Mensaje por GABY Dom Mar 25, 2012 2:21 pm

    JF recibió plata manchada con sangre
    Jorge Fontevecchia, en su editorial, intenta algunos sofismas mencionando que la publicidad no determina la línea editorial de una publicación.
    Pasa por alto, pues le conviene, la diferencia entre la publicidad de los actos de gobierno de una administración democrática y los avisos que justifican las matanzas de una dictadura militar.


    ¿¿¿???
    Así titula ayer su editorial en el diario Perfil Jorge Fontevecchia.
    Por primera vez, este verborrágico y compulsivo citador de frases célebres se quedó sin palabras.
    Y está bien, pues no hay palabras que puedan explicar lo que hizo en sus años mozos.
    En tono soberbio, agradece que Veintitrés lo ubique en la misma foto que Mitre y Magnetto. No son muchos los argentinos que estarían felices de figurar entre dos cómplices de genocidio. Pero él lo está. Porque, en realidad, la nota prueba que fue cómplice y beneficiario de la dictadura más sangrienta que vivió la Argentina.
    El Grupo Veintitrés, en su revista 7 días, reveló por primera vez hace cinco años las notas que la revista La Semana publicó en favor del gobierno militar, como aquel cálido reportaje que el actual director de Caras Brasil le hiciera al comandante Massera o la editorial donde el propio Fontevecchia afirmaba que la campaña antiargentina en el exterior era fruto de la actividad subversiva. La Semana no fue cualquier revista. Es, en realidad, la revista Noticias que antes se llamaba Noticias de la Semana y mutó su nombre bien entrada la democracia para ocultar su vergonzoso pasado. Esto es tan cierto que en 1999 la tapa de la revista Noticias celebraba sus primeros 20 años. Es decir, son la misma revista.
    Sin embargo, revelar las notas que publicó y firmó Jorge Fontevecchia como vocero de la dictadura producen, como le gustaría decir a él (citando de Google alguna frase), demasiado abstracto para marcar su vínculo con los genocidas. En aquella oportunidad argumentó que también hubo notas contra los genocidas, o que fue objeto de un secuestro del cual nunca fue aclarado su móvil, y que muchos sospechamos se trató de un gravísimo caso de secuestro extorsivo a cambio de dinero realizado por las mismas bandas que protegía la dictadura, pero sin connotaciones políticas. Y, de hecho, para Fontevecchia esa fue su primera tesis, pues no hizo la denuncia ante la CONADEP sino que la agregó muchos años después.
    Por eso ahora se quedó sin palabras para explicar. Pues ya no es abstracto lo que se discute. Es bien concreto.
    Los avisos de la dictadura están publicados, lo que implica que recibió dinero de los genocidas para financiar sus publicaciones, y a su vez prueba que no tuvo ningún reparo moral en recibir plata manchada con sangre.
    Eso es lo que lo dejó mudo.
    En su editorial intenta algunos sofismas mencionando que la publicidad no determina la línea editorial de una publicación. Pasa por alto, pues le conviene, la diferencia entre la publicidad de los actos de gobierno de una administración democrática y los avisos que justifican las matanzas de una dictadura militar. Los gobiernos democráticos no son iguales a las dictaduras, y esa falta de diferenciación es el origen de todo los defectuoso en el discurso de Fontevecchia. Cree que se debe criticar a un gobierno democrático con las mismas categorías que se lo hace con una dictadura, y también que se puede recibir publicidad oficial y dinero de una dictadura como si fuera lo mismo que recibirlo de un gobierno democrático.
    Sobre el final de su ditorial intenta minimizar su responsabilidad con el argumento que sólo tenía 20 años.
    A los 20 años, uno es responsable de sus actos, y su postura de cómplice de la dictadura no se atenúa con esta argumentación casi infantil.
    Quien esto escribe tenía 17 años en 1982, cuando participó como militante en la Asamblea Constitutiva del Movimiento Judío por los Derechos Humanos, fundada por el rabino Marshall Meyer, Herman Schiller y Fernando Sokolowicz. La edad no es una excusa a la hora de las convicciones. Por eso, lo que sí puede mostrar orgullosamente el Grupo Veintitrés es que tanto Matías Garfunkel como yo nos hemos mantenido firmes en la lucha por la democracia, los Derechos Humanos y la Justicia Social. No tenemos las manos manchadas con plata que chorrea sangre, ni fuimos socios comerciales de una dictadura genocida.
    Somos distintos. Nosotros, en la edición de este 24 de marzo, aniversario del inicio del genocidio y la persecución a cientos de periodistas, damos cuenta de la complicidad de los medios con la dictadura. Fontevecchia, a través de la revista Noticias y su director, Eduardo Zunino, prefieren conmemorar esta fecha estigmatizando a un periodista por pensar distinto a ellos. Que el dueño de un medio haga esto es, de por sí, grave. Pero que un colega convalide este artero ataque hacia otro colega, es repugnante.
    Los avisos de la pauta oficial publicados en sus medios prueban que Fontevecchia se benefició económicamente de una dictadura a la que defendía en sus editoriales.
    Fontevechia no actuó por miedo –lo que podría ser comprensible, pero le quitaría el derecho que él se arroga ahora de ser la conciencia moral del periodismo–, sino que al igual que Clarín y La Nación se benefició pecuniariamente de los genocidas.
    Noticias tiene debajo de su tinta negra un componente de rojo sangre del cual debería avergonzarse o, por lo menos, pedir disculpas.
    En su editorial ataca a Veintitrés, pero no responde lo principal: ¿Recibió Fontevecchia plata de la dictadura militar que produjo el genocidio de 30 mil desaparecidos? La respuesta es sí.
    Una vez más, como lo hice a través del entonces presidente de FOPEA, el periodista Gabriel Michi, lo invitó a Jorge Fontevechia a debatir este tema en el foro que él quiera y con los moderadores que él elija. Espero que esta vez no rehuya la propuesta.
    Fontevecchia, en su editorial, cita a Lanata. Yo prefiero el Talmud.
    En el tratado Avodah Zarah –página 2A– el texto dice: “Durante los tres días anteriores a las fiestas paganas de los idólatras, está prohibido hacer negocios con ellos, prestarles artículos o tomar prestado de ellos, darles o recibir dinero de ellos, pagarles una deuda o recibir pago de ellos.”
    Queda claro para los rabinos del Talmud que una transacción comercial con los pueblos paganos que practicaban sacrificios humanos en sus festividades debían estar prohibidas y no debía aceptarse plata de aquellos que tenían prácticas inhumanas.
    Jorge Fontevecchia no tuvo problemas en recibir dinero de quienes, igual que los paganos, organizaron una orgía de sacrificios humanos, que no sólo le quitó la vida a las víctimas, sino el alma a sus cómplices.
    Jorge Fontevecchia se quedó con el dinero de los genocidas, pero les entregó su alma.
    Que Dios lo perdone
    Sergio Szpolski
    http://angeloscar02.blogspot.com.ar


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    Mensaje por GABY Sáb Mar 24, 2012 7:08 pm

    LA COMPLICIDAD DE LOS MEDIOS
    Los primeros títulos de tapa de los grandes medios durante la dictadura, los de aquel nefasto 24 de marzo de 1976, marcaron a fuego el derrotero posterior de los principales diarios argentinos: el de la complicidad.


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    Por parte de Clarín, La Nación y La Razón, entre otros grandes diarios, no hubo siquiera un atisbo de oposición inicial a lo que iba a transformarse inmediatamente en la dictadura más sangrienta de la historia argentina y una de las más criminales a escala mundial.

    Ninguno de esos medios gráficos –como tampoco la TV ni la radio- fue capaz, siquiera, de llamar a las cosas por su nombre en aquel momento aciago: el título “golpe de Estado” brilló por su ausencia en los titulares de primera página…

    Es claro: poco después, esa aparente “neutralidad” ante la “noticia” iba a transformarse en complicidad declarada, en negociados conjuntos (como el caso Papel Prensa) que incluirían crímenes de lesa humanidad por los que algunos militares serían juzgados hoy.

    Los civiles aún esperan ser citados al banquillos de los acusados... Porque, como indicó recientemente Ricardo Forster en una entrevista, "la dictadura no pudo ser posible sin la complicidad civil que incluye por supuesto a la corporación mediática, a los grandes medios que alimentaron a la usina golpista, que ocultaron las políticas de represión, los campos de concentración".

    Clarín fue el diario que pretendió mayor “neutralidad” ante el golpe de Estado: "Nuevo gobierno" fue el lacónico título de portada, seguido por lo que se convertiría en un clásico del matutino: "Comunicados de la Junta Militar".

    Al día siguiente, el diario de Ernestina Herrera de Noble echaría una nueva palada de tierra sobre la democracia al titular "Total normalidad: las Fuerzas Armadas ejercen el gobierno". Una “normalidad” que poco después le serviría al multimedio para sus negocios ejecutados a sangre y fuego en complicidad con los genocidas.

    La Nación, al menos, fue más informativo: "Las Fuerzas Armadas asumen el poder; detúvose a la Presidente". Otros de los títulos decían: "FF.AA.: tensa vigilia en horas que son decisivas”, “Incertidumbre en el Congreso de la Nación” y “En La Plata la acción terrorista fue dominada”.

    La Razón, otro de los diarios más leídos de la época –hoy en manos del Grupo Clarín-, tampoco habló de golpe ni muchos menos de dictadura: "Las Fuerzas Armadas han asumido hoy el ejercicio del Poder". "Caducaron los Mandatos Políticos, se disuelve el Congreso y se Remueve a los Miembros de la Corte Suprema", explicaba.


    En tanto, Crónica decía: "Asumió la Junta: Isabel custodiada", y Últimas Noticias titulaba: "¡Cayó Isabel!".

    http://www.diarioregistrado.com
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    Mensaje por GABY Jue Mar 22, 2012 9:05 pm

    El artículo trata dos casos elegidos por su actualidad y presencia en los medios de comunicación: Joaquín Morales Solá y Samuel “Chiche” Gelblung.

    Los medios de comunicación fueron impulsores y protectores de la Dictadura Cívico Militar que se desarrolló en la Argentina entre los años 1976 y 1983.

    Clarín, La Nación, La Prensa, La Razón, Somos, Siete Días, Editorial Atlántida, por citar algunos ejemplos, fueron cómplices y colaboradores de los delitos que se llevaron a cabo por parte de la Junta Militar que tomó el poder el 24 de marzo de 1976. Miles de periodistas fueron obligados a exiliarse, muchos fueron muertos y otros continúan desaparecidos. Ellos fueron la excepción a este pacto macabro entre genocidas y colaboradores.

    La Dictadura operó secuestrando, torturando, matando, desapareciendo y robando bebés. ¿Por qué operó de esa manera? Porque necesitaba crear un estado de miedo y poder realizar su objetivo: desmantelar el Estado de Bienestar, destruir el entramado social que tenía la Argentina y aplicar su plan económico. Gran parte de este objetivo, fue logrado por el silencio y la complicidad de los medios de comunicación que estaban constituidos en el país. Ahora bien, este “trabajo sucio” tuvo sus premios, el más significativo fue Papel Prensa. Es ya conocida la foto de Ernestina Herrera de Noble con el genocida Jorge Rafael Videla, brindando por la inauguración de la planta de Papel Prensa.

    El apoyo de los medios a la Dictadura, fue una estrategia inteligente que masificó y confundió la mente de muchos millones de argentinos.

    Este artículo abordará dos casos emblemáticos que mantienen lazos con la actualidad. Estas plumas del régimen continúan hoy en día en la agenda pública y con gran presencia en distintos medios de comunicación. Son Joaquín Morales Solá, hoy columnista principal de La Nación, y Samuel “Chiche” Gelblung, actualmente en Clarín.

    Joaquín Morales Solá

    En el mes de febrero de 1975, el entonces general Acdel Edgardo Vilas, llegaba a Tucumán para exterminar a la guerrilla rural. Joaquín Morales Solá fue uno de los pocos periodistas que acompañaron los recorridos del general. Por ello, tuvo que explicarle a la justicia federal, en calidad de testigo, qué hacía en esos tiempos. Así fue su breve paso por La Gaceta de Tucumán, en el cual su notable desempeño por cubrir el Operativo Independencia fue motivo de un reconocimiento en el Día del Periodista por parte del gobernador en tiempos de la dictadura, el genocida Antonio Bussi.
    Luego llegó a Clarín. Fue redactor del Panorama Político en los tiempos de Videla, Viola y Galtieri, Prosecretario de redacción –número dos de la redacción- y responsable de la sección Política, en la cual se mostraban hechos de exterminio y fusilamiento de militantes políticos como “enfrentamientos”. Ver vídeo.



    Ya en tiempos democráticos, Morales Solá trató de dar un salto progresista en sus líneas, pero el cambio de época también llegó para demostrar que éste escriba del régimen no puede quedar impune por sus actos. Igualmente, desde sus columnas en el diario La Nación, no pierde oportunidad para enaltecer a los genocidas y reconocer el accionar de la Dictadura en el caso Papel Prensa.
    Antes de terminar, una declaración de Morales Solá: "¿Qué hacía tal o cual periodista en 1976, 1977 o 1978? No hacíamos nada. Vivíamos bajo una dictadura y cada uno vivía de lo que podía y como podía. Sólo los que vivieron bajo el peso aplastante y gris de una dictadura saben que no había muchas más cosas para defender que pequeñas cuotas de dignidad". Y agrega: “Nadie sabia nada acerca de los crímenes y secuestros"

    Samuel “Chiche” Gelblung

    La historia de este inefable personaje es un poco más conocida. Él llegó, en marzo de 1976, a conducir la revista Gente (semanario más vendido de la época). Decía Pablo Llonto: “Si hay quienes creen que lo de Chiche es amarillismo, están equivocados. Chiche nunca fue amarillo. Fue gris, fue verde oliva, fue caqui. Fue tratante de genocidas, director de la revista Gente en la dictadura, demoledor del idioma, despiadado oportunista y su más importante servicio cultural a los argentinos ocurrió en los primeros años de la recuperada democracia cuando decidió restringir sus apariciones, escribir poco y hablar menos”.
    Hay una declaración de Gelblung que dice todo: “Yo tuve tantos problemas con los militares como con los Montoneros y el ERP. Durante el Proceso tomé una posición muy clara: entendía que había una guerra, y en esa guerra elegí el lugar en donde estaba, que era en contra de la guerrilla. Eso no significa que haya avalado los métodos de la represión. Yo soy responsable de todo lo que salió en Gente durante el Proceso, desde la primera línea hasta la última, nadie me dio instrucciones, nadie me dijo qué tenía que poner y que sacar”.
    Ahora veamos, qué es lo que salía en Gente por esos días: Uno de los casos más emblemáticos en el cual está involucrada la revista Gente es el caso de Alejandrina Barry. El padre de Alejandrina fue secuestrado y su madre se suicidó antes de ser apresada. Gente, Somos y Para ti publicaron fotos de ella a los tres años mostrándola como “los hijos del terror”, Gelblung era Subdirector de Gente en ese momento. “Mi causa tiene que ver con sacar a la luz el rol que los civiles cumplieron en la dictadura”, subraya Alejandrina.
    Ella impulsa una causa por crímenes de lesa humanidad y los acusados son los directivos y periodistas de revistas de la Editorial Atlántida que, a fines de 1977, publicaron artículos con la foto de Alejandrina, entonces una niña de tres años que acababa de perder a sus padres, enmarcadas en una típica operación de “acción psicológica” para encubrir los secuestros, torturas y ejecuciones que eran moneda corriente: una niña “huérfana” por decisión de sus padres, “terroristas” que se resistieron a caer en manos de la coordinación represiva del Cono Sur, mientras según Gente, Para Ti y Somos “otros subversivos salvaron su vida rectificando el camino y entregándose a las autoridades”.
    Dice Alejandrina: “En la Argentina hubo una dictadura cívico militar y un genocidio que no fueron obra de militares sueltos y locos, sino un plan premeditado llevado adelante junto con los grandes medios, que fueron parte esencial en la propaganda de la dictadura para legitimar los crímenes más atroces, y con los empresarios, que idearon y financiaron el golpe de Estado”. (Ver videos: I, II y III)







    Veamos otro caso. En diciembre de 1976 la dictadura argentina informó que el jueves 2, Norma Arrostito, integrante del grupo fundador de la organización peronista Montoneros, había muerto en un enfrentamiento en Lomas de Zamora. Sin embargo, ese mismo día fue secuestrada por un grupo de tareas y recluida en la Escuela de Mecánica de la Armada. Allí permaneció como trofeo de guerra para quebrar emocionalmente a los recién capturados. El 15 de enero de 1978 fue asesinada en la ESMA.
    A continuación, Fragmentos de 24 de marzo / 2 de diciembre: Más de 600 guerrilleros muertos, nota de la revista Gente, nº 594 del 9 de diciembre de 1976.
    “En los últimos 9 meses -exactamente a partir del 24 de marzo de 1976- más de 600 guerrilleros cayeron bajo las balas de las fuerzas de seguridad. A esas muertes, decisivas para el resultado final de la lucha, se suman operativos en todo el país que capturaron imprentas, archivos y fábricas de armas clandestinas: verdaderos golpes de muerte para el aparato logístico de la guerrilla. El 2 de diciembre, en Lomas de Zamora, cayó Esther Norma Arrostito, integrante del grupo que secuestró y asesinó a Pedro Eugenio Aramburu. La crónica que sigue, además del caso Arrostito, quiere reflejar los hechos más importantes de esos 9 meses de lucha, un período que llevó a las fuerzas de seguridad hasta el umbral de la victoria y que costó mucha sangre de oficiales, soldados y policías. Esta crónica con fechas, nombres y apellidos es también imprescindible para los argentinos” (…) Y cierra: “Entre el 24 de marzo y el 6 de diciembre de 1976, fueron muertos 624 guerrilleros. Llegar a esa cifra, a ese umbral de la victoria, no fue fácil. Costó mucha sangre de oficiales, de soldados, de policías. El país no debe olvidarlo.” Ver vídeo.



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